miércoles, 30 de septiembre de 2009

Aspecto morfológico

b. ASPECTO MORFOLÓGICO
Previo a la descripción de las características morfológicas de los textos aimaras, es preciso recordar que la morfología es una disciplina lingüística que estudia la estructura interna de las palabras(1) y las relaciones que se dan dentro de éstas entre las unidades menores llamadas morfemas(2) . En el caso del aimara, las palabras son aglutinantes y sufijantes por excelencia; es decir, los morfemas se yuxtaponen en una sola palabra manteniendo cada uno de ellos una significación fija y biunívoca.
En ese sentido, por la forma como se ordenan los elementos son postposicionales, esto significa que los afijos se aglutinan en torno a una base o una raíz; por esta naturaleza sólo existen sufijos y no así prefijos (afijos que se presentan antes de la raíz) ni infijos (afijos que se incrustan dentro de la raíz). Las palabras aimaras se componen de una raíz con o sin sufijos que se aglutinan tras ella. La raíz es una unidad mínima que se logra identificar sustrayendo los sufijos, tiene un significado léxico o conceptual de la palabra, y se clasifican en tres categorías mayores: nombre, verbo y partícula; aunque se puede reconocer una cuarta categoría, los ambivalentes. Los sufijos, al igual que la raíz, son unidades mínimas, pero con la diferencia de que éstas poseen un significado gramatical; de acuerdo a sus funciones sintácticas y semánticas se clasifican en tres grandes grupos: derivacionales, flexionales e independientes; pero, de acuerdo a su adscripción a una determinada categoría léxica, puede ser: nominal, verbal e independiente; en total suman aproximadamente 128 sufijos (cf. Cerrón-Palomino 1994; Huayhua 2001; Layme 2002).
Luego de la somera puntualización sobre la tipología morfológica aimara; enseguida veremos las características que más se destacan en los textos. En primer lugar, debemos indicar que los escritos mencionados exponen una riqueza impresionante en cuanto al aspecto morfológico. Basta observar unos cuantos textos para confirmar la compleja formación de las palabras, desde las que son formadas por un solo morfema libre (p.e. aka, uka, pani, uru, uri, etc.) hasta las constituidas por una raíz y colada con dos o más sufijos (p.e. sarapxiwa, muspkaña anatapxiwa, thuqhupxaraki, thathantapxarakitaynawa, jiwawayxarakitaynawa, etc.). Podemos apreciar también las formas de combinación de las raíces (nominales, verbales, ambivalentes y partículas) con los sufijos respectivos (nominales, verbales e independientes).

Además, en los textos alcanzamos observar los fenómenos morfofonológicos, como: elisión vocálica de un morfema (p.e. manq'apxthwa, utapkama, munthwa, anatapxtwa, etc.), hacinamiento o agrupación de consonantes (p.e. aptma, sisthwa, t'iskt'ktati, qillqsxtwa, manq't'ktati, etc.), finalmente el fenómeno de la metátesis (p.e. t’arwa – t’awra, qarwa - qawra, challwa - chawlla, k'anwa - k'awna). Cada uno de los aspectos señalados fue estudiado rigurosamente por los entendidos de la lingüística aimara; por ejemplo: Hardman & Yapita (1986), Carvajal J. (1990), Brigg L. (1993), Cerron-Palomino (1994 y 2000), Huayhua F. (2001), Gomez D. (2002), Layme F.(2002), y otros. Por lo que, en esta ocasión focalizaremos nuestra atención a las limitaciones que se constatan en cuanto al manejo de determinados sufijos en los textos producidos. Pero, previamente presentaremos un ejemplo de texto descriptivo en el cual podremos comprobar algunos de los aspectos morfológicos señaladas en líneas anteriores.
Jani ch’akhani laq´unaka

Suni pata pampanakanxa kunaymani jisk’a laq’unakawa utjasipxi, ukatwa aka yatiqawinxa, yaqhipa jani ch’akhani laq’unaka uñjapxañani.
Pilpintu
Pilpintuxa wali jiwaki chhiqhanakaniwa, pilpintuxa junt’utuqina, thayatuqinakanwa utji. Panqaranakata misk’i ch’amsusarakiwa jakaraki.
Pilpintuxa suxta kayuni, pusi chhiqhaniwa. Pilpintuxa ch’amaka alinaka taypirurakiwa k’anwaraki.
Maya qawqha pachatxa, uka k’anwanakapatxa jisk’a laq’unakawa misthraraki. Uka laq’unakaxa janirawa pilpintjamakiti, jani ukaxa maya laq’ukiwa. Aka laq’unakaxa maya tapwa lurasxapxi. Uka manqhanwa uka jisk’a laq’uxa pilpinturu tukxi. (Fredy Ticona Siñani)

Animales invertebrados

En el altiplano existe una diversidad de animales, por eso, en esta ocasión trataremos sobre los animales invertebrados.
La mariposa
La mariposa tiene hermosas alas. La mariposa vive en lugares fríos y cálidos. Vive chupando la miel de las flores.
La mariposa tiene seis pies y cuatro alas. La mariposa pone sus huevos en medio de la oscuridad de las plantas.
Después de un tiempo, de los huevos que ha puesto la mariposa salen pequeños gusanos. Esos gusanos todavía no son mariposas sino solo gusanos.
Estos gusanos construyen su propio nido. Ahí adentro ese pequeño gusano se convierte en mariposa.
En el texto, al igual que en otros, puede confirmase la presencia de palabras constituidas por un solo morfema: suni, pata, jisk’a, jani, wali, maya, uka, aka, otros; y palabras compuestas por dos o más morfemas: pampa-naka-n-xa, kuna-y-ma-ni, ukat-wa, thaya-tuqi-naka-n-wa, k’anwa-naka-pa-t-xa, pilpin-jama-ki-ti, y otros. También puede confirmarse la correcta combinación entre las clases de raíces y los sufijos respectivos; como podemos apreciar en los siguientes ejemplos:

Sin embargo, en el contenido de ciertos tipos de textos (preponderantemente en los cuentos, poesías, relatos y descripciones) puede advertirse un uso proliferado del sufijo diminutivo castellano -ita. Las palabras que comúnmente pueden apreciarse son: warisitu ‘vicuñita’, wawita ‘niñito o niñita’, qarwita ‘llamita’, jamp’atitu ‘sapito’, iwijita ‘ovejita’, phisitu ‘gatito’, anitu ‘perrito’, mamita ‘mamita’, yuqallitu ‘jovencito’, kullakita ‘hermanita’, panqarita ‘florcita’, utita ‘casita’, punchituni ‘con ponchito’, wiskhituni ‘con abarquita’ y otros que aparecen en menor escala. Estas palabras muestran el nivel de apropiación del diminutivo castellano por los hablantes aimaras; pero también puede percibirse un grado de asimilación sobre el mismo morfema otorgándole un significado de afecto.

Cabe la ocasión para indicar que dichos sufijos son de uso común en el habla de los aimaras, principalmente en los hablantes de la variedad paceña. En la lengua aimara tradicional, el diminutivo y la connotación de afecto generalmente es marcada por el morfema –lla; aunque, en situaciones singulares puede también estar representado por los sufijos -chi, -ku y -li. Reconstruyendo las palabras arriba anotadas omitiendo la –ita y adhiriendo la –lla, obtendríamos los siguientes términos: warilla, wawalla, qarwalla, jamp’atulla, iwijalla, mamalla, yuqalla y kullakalla, sucesivamente; casi todas estas palabras en la actualidad ya no son de uso común dentro de la mayoría de los hablantes. Pero, el diminutivo –lla aún es utilizado por los hablantes de las provincias de Inquisivi y parte de Pacajes del departamento de La Paz, Uyuni, Llica, Sacaca del departamento de Potosí, provincias con presencia de aimarahablantes de Oruro y, provincia de Tapacarí del departamento de Cochabamba. Esto se confirma en los textos producidos por los docentes que trabajan en las zonas mencionadas. Por ejemplo, en el contenido de la siguiente poesía producido por un grupo de profesores procedentes del distrito de Tapacarí, podemos advertir explícitamente el uso del sufijo mencionado.
Cabe mencionar que la indiscriminada utilización del sufijo diminutivo –ita del castellano, en ciertas ocasiones causa confusión en el significado de las palabras aimaras y hacen que los mensajes adquieran un doble sentido o significado. Por ejemplo, la raíz anu ‘perro’ unida con el sufijo castellano –ito, resulta anitu, por una parte significa la ‘confesión del acto sexual’, por otra ‘perrito’; la raíz jamp’atu ‘sapo’ agregado el sufijo castellano –ito, resulta jamp’atitu por un lado significa ‘me besa’, por otro ‘sapito’; casos similares pueden ocurrir con otros términos. Estas ambigüedades en el significado, innegablemente causan burla entre los hablantes y lectores de textos aimaras. De ahí que, para superar ese problema semántico sea necesario recuperar los sufijos aimaras que marcan el diminutivo y el afecto.

Otro aspecto que en ocasiones se observa en los textos es la confusión entre el sufijo –tha marcador la primera persona verbal y el sufijo –ta marcador la segunda persona verbal (ambos corresponden a la categoría de flexión de persona). Es decir, en la estructura interna de algunas palabras se advierte que en lugar de la -tha se escribe la -ta; como los siguientes casos: muntwa, saktwa, thuqtwa, uñch’uktwa, qillqtwa, t’ijttwa, irnaqtwa, qunt’twa, arstwa y otros. En estas palabras, a simple vista, el morfema –t(a) dejaría presumir que se trata de la segunda persona verbal (-ta); pero normalmente cuando hay elisión vocálica y es seguido por el sufijo -wa; no hay duda, de que se trata de la primera persona verbal (-tha). Entonces, las palabras anotadas deberían redactarse de la siguiente forma: munthwa ‘quiero’, sakthwa ‘digo’, thuqthwa ‘bailo’, uñch’ukthwa ‘miro’, qillqthwa ‘escribo’, t’ijtthwa ‘corro’ irnaqthwa ‘trabajo’ qunt’thwa ‘sentado’, arsthwa ‘pronuncio’. En estas mismas palabras, cuando la marca de la segunda persona es -t(a) es escrita sin la elisión vocálica; es decir -ta; por tanto aparecen de la siguiente forma: muntawa ‘quieres’, saktawa ‘dices’, thuqtawa ‘bailas’, uñch’uktawa ‘miras’, qillqtawa ‘escribes’, respectivamente. Podemos afirmar que esta limitante es una evidente muestra de la influencia de la forma verbal a la escrita; ya que, en el habla cotidiano de las personas no se nota la diferenciación entre la /tha/ y la /ta/. Pueda que este fenómeno sea el efecto de la influencia y la predominancia del castellano y, por el desgaste que vienen sufriendo los fonemas aspirados.

Caso similar se advierte entre la marca de la flexión de primera persona posesora –ja y la marca de topicalizador –xa. Aunque la imprecisión de estos dos morfemas no es persistente en los textos producidos; pero, es importante dejar constancia sobre el caso. Algunas palabras que muestran la limitación indicada son: qura-ja es entendido como ‘mi hierva’ y qura-xa significa ‘la hierva’, uta-ja ‘mi casa’ y uta-xa ‘la casa’, quqa-ja ‘mi árbol’ y quqa-xa ‘el árbol’, uywanaka-ja ‘mis animales’ y uywanaka-xa ‘los animales, wawanaka-ja ‘mis niños’ y wawanaka-xa ‘los niños’, qillqaña-ja ‘mi bolígrafo’ y qillqaña-xa ‘el bolígrafo’ y otras palabras. Esta ambigüedad en la escritura de los morfemas mencionados; por una parte, puede entenderse como una derivación de la confusión fonológica; como indicamos en el acápite anterior algunos docentes tienen limitación en la representación de los fonemas /j/ y la /x/ por la influencia de la oralidad, porque los consonantes indicados tienen cierta semejanza y proximidad en el punto de producción y manera de producción. Por otra parte, es presumible que algunos autores o profesores en el momento de la producción de textos no discriminaron la representación y el significado de los morfemas –ja y –xa; como consecuencia sería la inseguridad de representar la marca de la primera persona posesora.

Respecto a la marca de flexión de la primera persona posesora corresponde complementar que, por un lado, en el proceso de la normalización de la escritura de la lengua aimara se determinó representarlo con el morfema –ja, el cual es generalmente utilizado por la mayoría de los hablantes de las provincias del departamento de La Paz. Por otro lado, en los textos producidos en el Programa aparecen dos variedades originarias también como marcas de la primera persona posesora, se trata de los morfemas –ña y –ya. El primero (-ña) se evidencia notoriamente en los textos producidos por los docentes aimarahablantes del departamento de Oruro, provincia de Inquisivi del departamento de La Paz, provincia de Tapacarí del departamento de Cochabamba; el segundo (-ya) se observa en los textos producidos por algunos docentes aimarahablantes de los distritos de Llica, Sacaca, Chayanta del departamento de Potosí. En el cuadro siguiente observaremos algunos ejemplos de las variaciones indicadas que fueron extraídas de los textos.

Como puede notarse, las tres formas (-ja, -ña y -ya) de representación gráfica tienen el mismo significado, se trata del sufijo de flexión de la primera persona posesora. Esto es un ejemplo que nos ilustra de las variaciones que podría presentar ciertos morfemas; pese al intento de normalización, se nota que hay una resistencia por parte de los hablantes en aceptar dicha norma; pero a su vez, deciden representarlo su dialecto regional de acuerdo a sus conocimientos escriturarios.

En la misma línea; también se puede observar en algunos textos específicos la alteración del sufijo -tay establecido como marcador del tiempo pasado lejano no-experimentado. Esta, a su vez se presenta en las siguientes formas: -ta, -tä, y -ti. Por supuesto que estas variaciones están directamente relacionadas con el lugar o región de procedencia de los autores. Es decir, la variante -tay es muy común en los textos escritos por los docentes provenientes de la mayoría de las provincias del departamento de La Paz. La variante -ta aparece en los textos escritos por los maestros procedentes principalmente de la provincia Cercado y Carangas del departamento de Oruro. La variante -tä es generalmente usada en los textos escritos por los profesores de las provincias de Caracollo (Oruro), Aroma e Inquisivi (La Paz). Finalmente, la variante -ti aparece esporádicamente en los textos elaborados por los docentes procedentes de la provincia de Ladislao Cabrera y Sabaya del departamento de Oruro. Aunque, Cerrón-Palomino (1994) advirtió también la presencia de la variante -taw en la región de Oruro, pero esto no aparece en los textos producidos por los docentes de ese departamento. En el siguiente cuadro presentamos algunos ejemplos que muestran las variantes indicadas.

Nótese que, en las cuatros zonas sociolingüísticas, las palabras registradas comparten coincidentemente tres raíces verbales: sara; thuqu y jacha. Cada raíz es seguida por un sufijo aparentemente diferente (-tay, -ta, -tä, -ti) pero tiene el mismo significado que los otros; o sea, las cuatro formas de sufijos marcan el tiempo pasado no-experimentado. Esta variación puede interpretarse como un proceso de desgaste de la forma tradicional; si partimos de la hipótesis que la ideal es –tay; entonces en la segunda variante (-ta) se observa una total omisión del segmento y; mientras que en la segunda variante (-tä) el segmento y es asimilado al vocal anterior y queda transformado en un simple alargamiento; en la tercera variante (-ti) se advierte que hay pérdida de la vocal a y en proceso de conjunción entre la t y la y, ésta última se convierte en una vocal así tomando la forma –ti.

En la misma línea de las variedades dialectales del aimara, también se constata en algunos textos producidos por los docentes de la zona de Oruro el uso del sufijo -nti en lugar de su similar -mpi (instrumental/comitativo) usado en la mayoría de los casos, principalmente en los textos elaborados por los maestros del departamento de La Paz. Ambos sufijos se constituyen en la marca de la flexión de caso instrumental o comitativo. Algunas palabras que generalmente aparecen compuestos con el primer sufijo son: mallku-nti qamaqi-nti, tata-nti mama-nti, wayna-nti tawaqu-nti, anu-nti phisimpi, wallata-nti qama-nti; esta mismas palabras compuestos con el segundo sufijo aparecen escritas de la siguiente forma: mallku-mpi qamaqi-mpi, tata-mpi mama-mpi, wayna-mpi tawaqu-mpi, anu-mpi phisi-mpi, wallata-mpi qamaqi-mpi. Ahora bien, las palabras formadas con el sufijo -nti y el -mpi tienen el mismo significado, traducidas al castellano seria: el condor y el zorro, el padre y la madre, el joven y la señorita, el perro y el gato, la guallata y el zorro. Esto es otra evidencia de la incidencia de la diversidad sociolinguistica en el proceso de la apropiación de la escritura en lengua originaria, por un lado: por otro, la valoración y lealtad por parte de los hablantes de su variante regional.

Otro aspecto que llama nuestra atención es el uso redundante del sufijo –sti, sobre todo en ciertos cuentos, en algunas narraciones y descripciones. Dentro de la morfología aimara, el sufijo -sti es definido como marcador del enlace o reanudación de un discurso o del diálogo y es un elemento que retoma el hilo de la trama, sobre todo en las preguntas. En el nivel oral el uso reiterativo del -sti es muy común; de ahí que, ciertos autores durante la producción de un cuento u otros textos parecieran acudir constantemente al uso de dicho morfema, por un lado; por otro, sabemos que los principiantes en la producción de textos de tipo narrativo o descriptivo inciden de manera reiterada hacer uso de un mismo conector; en el caso del castellano muchas veces acuden al uso constante de la conjunción . En el aimara se observa el uso repetitivo del sufijo -sti como un enlace de las oraciones y de los párrafos; así como puede apreciarse en el siguiente texto:

Qala chuymani tawaqu (siwa sawi)

  • Maya pachaxa, maya tawaquxa wali phiñasitakiwa sarnaqiritayna, tataparusa, jaqinakarusa wali jachayiritayna, kunjamti munkäna ukama luriritayna. Maya urusti jach’a phunchhawiwa utjatayna, uka phunchhawira sarañatakisti tatapatuxa kuna isinaksa munarakinxa ukhama alayasiritayna.
  • Phuñchawi urusti wali suma isthapitawa sarawayiritayna, uka phuñchhawinsti taqi waynanakawa jupampi thuqhuña munapxiritayna. Tawaqusti janiwa khitimpi thuquñsa munkarakitaynati, ukatsti wali phiñasitakiwa sapaki umarakiritayna. Chika arumarusti sarxarakitaynawa, thakhina sarkasasti maya k’acha waynawa uñstatayna, uka waynasti tawaquruxa maya utaruwa irpasxatayna. Tawaqusti janiwa tataparuxa yatiykataynati.
  • Waynasti wali alwata sarxiritayna, arumakirakiwa puriritayna. Maya urusti tawaquxa janiwa sartaykataynati ikiskakitaynawa chika urukama. Tawaqusti sartayxä sasawa sarxatatayna, ikiña janarasasti ch’akakamakiwa ukankaskatayna.Tawaqusti ukhakiwa amuytatasitayna, kuntinarumpikiwa ikiskatayna. Uka urutsti tawaquxa mayjt'awayxiritaynawa, janipiniwa qhuruxanti, janiwa khitirusa jachayxanti.
  • Janiwa awkiru taykaru jachayañati, wali qhiparuwa amuyasiñanaka puriri, siwa. (phisqiri qutu - INS Warisata)

Una joven con un corazón despiadado

  • Una vez, una joven que andaba muy amargada, hacia llorar a su propio padre y a las demás personas, hacia las cosas como ella quería. Un día, se realizó una gran fiesta, para ir a dicha fiesta, obligó a sus padres para que le comprase los trajes que a ella le gustaba.
  • El día de la fiesta participó elegantemente disfrazada, en esa fiesta todo los jóvenes querían bailar con ella. La joven no aceptó a nadie, tomaba sola sin dar importancia a nadie. A la media noche se retiraba de la fiesta con destino a su casa, pero, por el camino se le apareció un joven muy flaco, y ese joven lo convenció y lo llevó a su casa.
  • La joven no había comunicado a sus padres. El joven muy de temprano salía y llegaba solo de noche. Un día, la joven no lo despertó al hombre, se quedó dormido hasta el medio día. La joven, ‘lo despertaré’ diciendo se acercó, al destaparlo vio que solo existía huesos.
  • La joven recién se dio cuenta de que estaba durmiendo con un condenado. Desde ese día, la joven cambió de actitud, ya no era humilladora, no hacia llorar a ninguna persona.
  • Al padre y a la madre nunca has de hacer llorar, tarde suele llegar los arrepentimientos, dicen.

Adviértase en el texto, el sufijo -sti aparece en dos o cuatro oportunidades en cada uno de los párrafos; lógicamente, están unidos a una raíz ya sea nominal o verbal, como: tawaqu-sti, wayna-sti, aruma-ru-sti, sarka-sa-sti, uru-sti, respectivamente. Al traducir literalmente las palabras anotadas a la lengua castellana obtenemos los siguientes: y la joven, y el joven, y en la noche, y caminando, y en la noche, y el día. Otro conector redundantemente usado en algunos textos es el ukata; ésta aparece como una palabra independiente, al igual que el -sti, su uso es también reiterativo dentro de los tipos de textos descriptivos o narrativos.

En los textos puede identificarse también un considerable numero de palabras prestadas del castellano. En la actualidad muchas de ellas son adoptadas por los hablantes y son consideradas como propios del aimara, esto se puede confirmar, por un lado, en el habla de las personas, en el caso de nuestra experiencia los docentes; por otro, en los textos escritos en esta lengua. En los textos producidos se evidencia que la raíz de las palabras castellanas son refonemizadas y unidas con sufijos aimaras, convirtiéndose así en una palabra aimara: por ejemplo: ratu-ki-wa, kurpu-ru-xa, sirwi-na-taki, ura-sa-xa, sapatu-naka-pa-xa, parla-pxa-tayna. Las bases de estas palabras provienen de los términos castellanos: rápido, cuerpo, servicio, hora, zapato y parlar; sus equivalencias en aimara pueden ser: k’ataki / aphana, janchi, luqta, pacha, p'ullqu, arsuna.

(1) Las palabras son unidades libres que desempeñan una función muy importante en nuestra actitud hacia el lenguaje, porque son la primera forma de simbolizar las unidades lingüísticas. Por funcionalidad la palabra puede ser una unidad lexicográfica, fonológica, morfológica, etc., es decir, unidad del plano de la expresión del contenido: gracias por su autonomía la palabra puede ser aislada de su contexto sin pérdida del valor semántico, aunque, la mayoría de ellas son polisémicas, necesitan del contexto para la actualización de un semema (cf. Alcaraz & Martínez 1997: 417 – 418).
(2) Los morfemas son unidades menores que la palabra que pueden integrar su estructura; la determinación de sus valores y relaciones, así como de la forma en que se combinan para formar las palabras. Se le asigna las siguientes características: 1) es la unidad mínima del análisis gramatical, es decir, del análisis de las unidades significativas pertenecientes a la primera articulación del lenguaje; 2) es una unidad dotada de significado de carácter léxico; 3) los morfemas puede identificarse por su recurrencia en la estructura de las palabras; 4) son unidades abstractas que pueden realizarse mediante segmentos fónicos diferentes, debido a condicionamientos fonológicos, gramaticales o de otra índole; incluso, pueden no corresponderse con segmento fónico alguno (cf. Alcaraz & Martínez 1997: 358 – 259)

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